lunes, 9 de julio de 2012

El Día Antes de la Cirugía


Cuenta regresiva para cirugía de Emilia.
Aunque ya hemos pasado por esto, en esta oportunidad nos sentimos más vulnerables, más preocupados, no por la cirugía en sí, sino por la hospitalización y el posoperatorio.
Creo que el amor que experimentamos por nuestra hija se intensifica cada día. Ya no es lo mismo presenciar una extracción de sangre. Ya no.

Me recuerdo cuando ella tenía un mes de vida y recostada en un box de urgencia, le buscaban sus venitas entre 4 enfermeras sin éxito. La pincharon por todas las extremidades y en todos los ángulos, hasta que finalmente vino una matrona y logro hacerlo. En aquél entonces mi labor era contemplativa y mi razón lograba contener cualquier muestra de desesperación y de inquietud. Después de todo, era “lo necesario”.

Pero el sábado pasado ocurrió el mismo episodio, y yo lo único que quería hacer era llorar frente a los angustiantes gritos de la Emilia y los intentos frustrados en cada punción; quería escapar del lugar, pero no podía dejar a mi hijita.

En esos momentos, recordé la porción del Salmo 91 donde, luego de unas proclamas triunfalistas –“caerán a tu lado mil y diez mil a tu diestra (…)”, el Señor corona las alocuciones exitistas  con una frase que permite hacer coexistir el conflicto permanente de nuestra tribulación y sus promesas de victoria: Con él estaré yo en la angustia.  Y aunque estoy a siglos luz de parecerme a Jesús, comprendí que de ese modo Jesús nos acompaña en nuestra zozobra, muchas veces sin alterar el estado físico de las circunstancias, pero su presencia silenciosa nos alienta, a pesar de nuestros gritos y reclamos... Bueno, la cosa es que no salí corriendo mientras contemplé la “tortura” de mi hija, y no lo hice  porque sentí que ella me necesitaba en ese lugar.

Ya no soy la misma mamá. Me he despojado del muro de razonabilidad frente a los procedimientos médicos que se le practiquen a mi bebita, y eso me puede jugar en contra en los momentos que deba mostrarle seguridad.
Es cierto que esta cirugía no es muy compleja, y que probablemente su estadía en la clínica no debiera ser muy larga, sin embargo, hay algunos aspectos que me preocupan.

Emilia estuvo casi 3 meses hospitalizada, y luego volvió a casa, y luego volvió a estar hospitalizada 2 días. Esas jornadas comparativamente insignificantes fueron terribles para la Emi: sólo quería estar en brazos, no se consolaba con ninguna “tía” e ignoró cualquier juguete que antes consideraba. Cuando volvió a casa, la conducta se repitió por semanas. Fue como si ella durante su larga hospitalización se hubiese acostumbrado a esa vida en un hospital, pero cuando regresó a casa se “acordó” que ese sí era su hogar, y haberla retornado a la Clínica le despertó su instinto de auto protección y la necesidad de volver.
Le tengo pánico a esa angustia. Me da pena de sólo imaginarme dejarla por las tardes (en la UCI de la Dávila uno no se puede quedar). Tales temores son los que nos embargan a su papá y a mí.

Otra preocupación es el dolor posoperatorio. Mi única experiencia quirúrgica (la cesárea) me indica que el padecimiento posoperatorio es real y difícil de mitigar. En este procedimiento habrá fractura de huesos craneales y colocación de fierritos para mantener las “piezas” separadas y así abrir espacio a su bóveda… Le tengo miedo a que Emilia sea ignorada por el personal que quede a su cargo. Ella no puede expresarse, nosotros hemos aprendido a interpretar sus signos, pero no puedo exigir lo mismo de extraños…

Finalmente, me enfrento a la incertidumbre de la cobertura de la isapre para la hospitalización domiciliaria. Para los que no saben, ésta se otorgó en atención al uso de Ventilación No invasiva (Bipap). Ahora, ella no podrá utilizarla pues la mascarilla facial va colocada por medio de un arnés que impone presión a los huesos craneales, los mismos que precisamente se trata de descomprimir por la vía quirúrgica. Por eso está contraindicada.

Para nosotros, no es sólo el tema médico el que nos preocupa si nos quedamos sin Home Care. Hay una serie de otras prestaciones carísimas que quedan con cobertura cuando la tenemos: la leche hipoalergénica y todas las terapias. Y en términos prácticos, nos quedaríamos sin la persona capacitada que pueda cuidar y rehabilitar a Emilia mientras yo trabajo.

Los criterios de las isapres permiten concesión inmediata de Home Care para los supuestos de uso de traqueostomía, bipap, yeyunostomía, etc. Es cierto que se puede conseguir Hospitalización Domiciliaria fuera de estos requerimientos, pero ello puede significar una pelea con la isapre, conflicto que puede durar hasta 3 semanas, tiempo que, por normativa de la Superintendencia de Salud dispone la Isapre para contestar una petición. Y ni hablemos si nos va mal y tengamos que irnos de reposición (o reclamo, que es el término técnico), en cuyo caso serían 3 semanas más…
Y Emilia seguiría hospitalizada todo ese periodo.


Si Dios lo permite, mañana Emilia se hospitaliza y a las 18:00 tiene programada su cirugía.

En estos momentos de mi vida, necesito recordar que Dios tiene el control. A pesar de todas mis preocupaciones y desgastes, la Emilia le pertenece a Él, y Él también está con nosotros en nuestra angustia
Agradezco a todas las personas que están pendientes de ella. Agradezco que se tomen la molestia en leer esta nota.

Ayúdennos a orar en este sentido. Queremos que el Señor se glorifique en la vida de Emilia.
Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario